La
directora del Archivo Histórico de Barracas “Enrique Puccia”, nos abrió las
puertas para narrar los hechos que marcaron al vecindario y su punto de vista,
respecto al impacto cultural que tuvo este proyecto en la comunidad
Ayer y hoy de la avenida Iriarte, que atraviesa el corazón de Barracas
Por Nelson Santacruz
Con
montañas de documentos y unas tazas de café, la generosidad y sapiencia de
Graciela Puccia, integrante de éste proyecto, nos recibieron en el centenario
edificio de la
Asociación Fraga. Con la idea de contextualizar el
surgimiento del Circuito Cultural, entrevistamos a la directora del Archivo
Histórico de Barracas y presidenta de la Junta Histórica de
la Ciudad de
Buenos Aires para entender la comunidad barraquense.
-¿Cómo
se formó Barracas?
A
lo largo del Siglo XVIII empezó a levantarse al margen del Riachuelo, era uno
de los primeros puertos de Buenos Aires. Las construcciones precarias eran
llamadas “barracas” donde almacenaban frutos y cueros por lo que a la zona se
lo denominó Barracas al Norte.
Toda la zona era inhabitable junto con la Boca y recién hacia San Telmo
estaban las primeras viviendas. Uno de los símbolos de nuestro barrio es el
Viejo Puente Pueyrredón que se llamaba Puente de Gálvez, en honor al hombre que
lo mandó construir en 1791. Ese mismo pasaje que fue incendiado para evitar el
paso de los ingleses.
-¿En
qué momento se fundó como barrio?
Lo
que ahora es Comuna en aquel momento se lo llamaban Secciones; a principios del
1800 estaba San Telmo, La Boca
y Barracas en una sola Sección. Lo que sucedió fue que San Telmo colapsó,
porque era donde vivía la gente. Cuando ésta se separa, queda como jurisdicción
única Boca-Barracas al Norte.
Y para darle un marco jurídico el 30 de agosto de
1853 se creó el Juzgado de Paz de Barracas al Norte- que incluía a la Boca pero que años después se
separó-, para solucionar los problemas de los vecinos y darles un marco de
límites. Allí se lo reconoce “legalmente” y este año el barrio cumplió 163
años, estamos contentos por ello.
-¿Cómo
afectó lo fabril a esta localidad?
A
principios del siglo XX adquirió un perfil de fábricas, talleres y depósitos.
Esto estaba unido a la política inmigratoria e industrializadora del país. Aquí
surgieron varios levantamientos obreros a causa del bajo salario y el
hacinamiento. La migración del campo a la ciudad también contribuyó a todo
esto. De los 84.000 habitantes que
había, unos 40.000 eran extranjeros, siendo el segundo barrio más poblado de la Capital.
-¿Qué
impacto tuvo la dictadura?
Bueno,
como en todos lados, el terror inició allá en 1974 con diferentes allanamientos
y secuestros de vecinos registrados de distintas casas. Lo que más nos marcó
fue la demolición de 22 manzanas para realizar la Autopista 9 de julio, lo
que produjo una fractura, el desarraigo de los vecinos, desaparición de
viviendas, bibliotecas, comercios, industrias y escuelas.
¿Qué
papel jugó el Circuito Cultural Barracas en el barrio desde su apertura, allá
en 1996?
Para
mantener el lugar tuvimos que hacer una tarea titánica, pagamos un alquiler muy
elevado. Para mi es fundamental el Circuito y el proyecto de teatro comunitario
es mi segunda casa porque reúne todo. Reúne la integración, el sacar de cada
uno las potencialidades que nadie se imagina que uno puede tener. Reúne a toda
la unión de generaciones, la historia y la actualidad. Une la reflexión, el
conocimiento y no nos quedamos solo en una obra a partir del barrio que fue.
No. Trabajamos por el barrio que soñamos pero no haciendo catarsis.
Imaginate
que dentro de los 300 que somos, cada uno viene de contextos y realidades
sociales diferentes pero todos conformamos una unidad. Tratamos de conocer,
interiorizarnos, reflexionar y de entender las mutaciones del barrio, la nueva
inmigración; todo a través de las representaciones. En cada obra está el
espíritu de los vecinos; uno solo no canta, todos juntos cantamos. Todos
actuamos, no se necesita de ser un erudito, con tener ganas de crear y jugar
con el otro alcanza.
¿Y
para usted qué rol tuvo el Circuito en el 2001?
Fue
fundamental porque se trabajó no desde el adentro, siempre hacia el afuera.
Tratamos de entender qué pasa en el barrio, cuáles son las mutaciones y el
origen de las crisis. Si en el mundo, Latinoamérica y en el país pasan cosas,
el barrio no es una isla. Nosotros lo
que intentamos hacer con este proyecto es que la gente trate de entender que
cada obra es mucha reflexión, cada producto no es la catarsis de lo que nos
pasa. Es la respuesta de lo que se puede lograr si realmente nos interesa
interactuar con un otro, nos interesa el vecino, el barrio porque la suma de las pequeñas cosas lleva adelante este
maravilloso proyecto.
Esto no se limita solo a tomar una porción del barrio o
una forma de trabajo sino que nuclea todas las formas posibles desde todas las
formas del arte, de la reflexión y nada se puede hacer si uno no pisa el
vecindario. Así lo hicimos durante esas terribles fechas y así lo hacemos hoy
ante nuevos retos.
-Por
último, como partícipe del lugar ¿qué puede decirnos de este proyecto?
Ese
lugar es mi tercera casa. Por un lado tengo mi hogar, por otro el Archivo
Histórico y luego el Circuito Cultural Barracas. Como decirlo, el teatro
comunitario no es solo tomar una obra y representarla. Somos totalmente
autogestivos, no partidarios a ramas políticas y en Barracas somos más de 300
vecinos que están en las diferentes áreas: teatral, murgateatro, Circuito en
Banda, percusión, etc.
Ahí nadie le pregunta a nadie de qué partido es, la
nacionalidad ni la religión. Todo es una construcción colectiva dondeel
director dramaturgo y musical construyen a partir de todo lo que atraviesa a
los vecinos. No son talleres, es decir, uno puede entrar a formar parte del
proyecto sin necesidad de tener una capacitación previa. Solo se necesitan
ganas y entender de qué se trata esto. Con estos 20 años estamos con nuevas
ideas, ensayando y siempre con las ganas de mejorar este histórico barrio de
Barracas.
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